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Xavier García: “El paro, precariedad y emigración que sufre la juventud se ha cronificado”

Xavier García es el secretario general de la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE). Lo hemos entrevistado para conocer los puntos de vista de las juventudes del Partido Comunista de España (PCE) sobre la situación de la juventud y del contexto político del país.

Los jóvenes españoles sufren la segunda mayor tasa de paso de la Unión Europea, la mayoría de los trabajos a los que acceden son temporales, por lo que no son capaces de independizarse de sus padres. Cada vez las universidades públicas son más inaccesibles para los jóvenes que provienen de familias trabajadoras. En este contexto se producen las negociaciones entre Unidos Podemos y el PSOE para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, un tema que también tratamos en la entrevista para saber si Xavier García considera que, de llegar a un acuerdo entre ambas fuerzas, serviría para mejorar la situación precaria de la juventud.

¿Qué es la Unión de Juventudes Comunistas de España?

La UJCE es la organización juvenil del Partido Comunista de España (PCE). Con casi 100 años de historia la Juventud Comunista se fundó en 1921 y por lo tanto nuestra organización ha vivido la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera, la República, momento en el que se crea la Juventud Socialista Unificada (JSU), participamos de la resistencia en la Guerra Civil y la posterior lucha guerrillera. En 1961 se reconstruye la UJCE y hasta nuestros días seguimos luchando por los derechos de la juventud trabajadora, desde los centros de estudio, los centros de trabajo y los barrios. Todo con el objetivo de aglutinar cada vez más jóvenes en la lucha por la construcción de la República y el socialismo en nuestro país.

¿Cuáles son los objetivos más inmediatos de la UJCE?

Nuestro objetivo principal es la construcción de una sociedad donde sean los trabajadores y las trabajadoras quienes rijan los destinos de sus vidas, una sociedad sin explotadores ni explotados, una sociedad socialista. Pero eso no será posible si no hay un pueblo organizado que lo lleve a cabo. Y en primer lugar debemos organizarnos para hacer frente a las embestidas del gobierno y el capital. Por eso uno de nuestros objetivos más inmediatos es conseguir que cada vez más jóvenes se organicen: en sus centros de trabajo a través de los sindicatos, en los centros de FP, institutos y Universidades a través de los sindicatos estudiantiles y asambleas, en sus barrios para conseguir acceder a una vivienda, para tener espacios de ocio.

Nuestro objetivo es que en todos esos lugares haya un joven comunista con la capacidad de aglutinar y organizar al resto de jóvenes para la defensa de sus derechos. Para eso nos hemos dotado recientemente con un programa mínimo que nos guíe en nuestra actuación cotidiana. Nuestro objetivo político más inmediato, en consonancia con el PCE, es la ruptura con el denominado Régimen del 78 para construir un país nuevo, en forma de República, que resuelva tanto la problemática territorial como especialmente las problemáticas a las que se enfrenta la clase trabajadora en la actualidad.

¿Cómo valora su labor como Secretario General de la UJCE?

A nivel personal es un honor enorme haber sido elegido en el XIII Congreso para desempeñar esta responsabilidad. Lo más importante es que contamos actualmente con una dirección con una alta capacidad de trabajo, de implicación y de preparación para desempeñar las tareas que se nos han encomendado, lo que ha se ha traducido en un avance de la organización.

Esto se enmarca además en un momento muy ilusionante tras la recuperación del leninismo en el reciente Congreso del PCE, en el que se ha avanzado en su reconstrucción. En este marco, todo militante que se forme en la Juventud Comunista sabe que el día de mañana contará con un Partido en el que volcar toda la experiencia y aprendizaje que ha adquirido en su etapa juvenil.

Por último, y aunque todavía nos queda camino por recorrer, se han conseguido avances respecto al contenido obrero de la organización, contando cada vez con más jóvenes trabajadores en una organización que históricamente se nutría mayoritariamente de estudiantes universitarios. En ese sentido, sin abandonar el trabajo en Universidad, hemos querido potenciar nuestra estructura en los centros de trabajo pero también en los centros de Formación Profesional y las enseñanzas medias.

¿Cuáles han sido los mayores aciertos de su dirección?

En primer lugar combinar la mayor democracia interna con la asunción de los resultados por parte del conjunto de la organización, uno de los principios básicos de una organización leninista. La anterior dirección, con Anabel García a la cabeza, tuvo que lidiar con ciertas desviaciones, que cristalizaron con la salida de una minoría hacia Podemos, que no se podían repetir. Ese es un problema ya no existe en la Juventud Comunista.

Por otra parte, aunque la prioridad sigue siendo volcar a la organización en la intervención externa, organizando el conflicto en clave juvenil, hemos hecho una apuesta por redoblar esfuerzos en la lucha ideológica desde la juventud. En ese sentido hemos vuelto a editar nuestro órgano de expresión, la revista Agitación, bajo un nuevo formato, y abierto la web agitacion.org, en la que podemos encontrar artículos de opinión, deportes, historia, música o sindicalismo, que hasta el momento ha tenido una muy buena acogida.

Por último, creo que otro acierto de esta dirección ha sido la realización de la Conferencia sobre “Juventud, alianzas y programa mínimo”, con el cual los y las jóvenes comunistas nos hemos dotado de forma colectiva de un programa de lucha que guíe nuestra intervención en los diferentes ámbitos en los que nos movemos.

¿Cuáles han sido los mayores errores de su dirección?

Nuestro XIV Congreso, que celebraremos en abril del año que viene, será el lugar para hacer balance de los aciertos y errores de esta dirección de forma colectiva. Por mi parte creo que no podemos estar satisfechos cuando pese a tener la segunda tasa de desempleo juvenil mayor de Europa las calles no están ardiendo. O cuando suben las tasas universitarias y no hay cientos de miles de jóvenes mostrando oposición. O que pese a que hayan surgido iniciativas contra la imposibilidad de acceso al alquiler de una vivienda para la juventud trabajadora, no hayamos conseguido poner el freno de momento a los buitres y especuladores. Por eso luchamos, para ser el referente de toda la juventud que se ve golpeada día a día por el capitalismo, y para construir un movimiento juvenil que le haga frente.

¿Considera usted que la apuesta del PCE en favor de la confluencia con Podemos y otras formaciones de izquierda debe mantenerse?

Pese a que debemos rehuir de hacer traslaciones mecanicistas de lo que supuso la realidad de los Frentes Populares en los años 30, sí que es cierto que la apuesta por la unidad, por unas amplias alianzas, está en el ADN de los y las comunistas. Para nosotros la unidad popular no es IU y Podemos yendo juntos a las elecciones, si no el pueblo organizado, en las calles, en las empresas, y como resultado de ello, también en las instituciones. Y estamos lejos de esa realidad.

Pero por no rehuir la pregunta, creo que la confluencia debe continuar si responde a nuestro objetivo: romper lo que se ha venido a denominar el Régimen del 78 y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras. Si Podemos y otras fuerzas apuestan por la ruptura, podemos hacer juntos este viaje. Si se colocan al lado del PSOE, de la reforma, del bloque dominante, nos tendrán enfrente.

¿Cómo valora usted la labor de Alberto Garzón como líder de Izquierda Unida?

Hasta hace poco era uno de los líderes mejor valorados, lo que demuestra que su figura al frente de Izquierda Unida era bien valorada por buena parte de la población. También creo que es importante que la izquierda apueste por poner en el Parlamento más caras que vengan de la clase obrera, y en las que la clase obrera se pueda ver reflejada, pues venimos de años donde lo que ha primado son las figuras salidas de la Universidad, solo hace falta ver quienes son los líderes de Podemos. Prueba de ello es que ha conectado, al menos electoralmente, con parte de la población más joven, con estudios universitarios, que es en buena medida quienes se vincularon con el 15M. Pero la izquierda todavía sigue sin conectar con los millones de trabajadores y trabajadoras, que en su mayoría no tienen esos altos niveles de formación, que son quienes más se han visto golpeados por la crisis, y cuya mayor preocupación no son ni la transparencia ni las primarias abiertas.

¿Ha sido positivo apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez?

Una cosa es echar al PP del gobierno y otra pensar que el PSOE pueda ser nuestro aliado. En ese sentido, sigue plenamente vigente la tesis de Anguita de las dos orillas. El PSOE, por mucho cartel de “somos la izquierda” que ponga en sus actos no deja de ser junto con el PP y Ciudadanos el partido de los grandes empresarios, de los banqueros, de la Unión Europea para las élites.

Por eso vemos cómo ha habido ciertas medidas positivas fruto del empuje popular pero que ninguna de ellas va a la raíz de nuestros problemas. Ni siquiera en materia feminista. Pueden tener más ministras que ministros pero ahí sigue la brecha salarial. Han puesto en el Ministerio de Ciencia un astronauta, pero seguirá sin haber dinero suficiente para investigación. Está muy bien que saquen a Franco del Valle de los Caídos, pero al día siguiente seguiremos teniendo un trabajo basura y nos encontraremos con las mismas dificultades a la hora de buscar un alquiler.

Con esto no quiero decir ni mucho menos que únicamente nos tengamos que centrar en las cuestiones materiales. Nos parece imprescindible abordar de forma franca la memoria histórica, anulando los juicios del franquismo y eliminar de inmediato cualquier rastro de homenaje al fascismo, algo que por otra parte no propone el PSOE ni de lejos, pero al margen de este tipo de medidas vivimos una situación de emergencia social que se debe atajar de forma urgente.

¿Está enfocando Unidos Podemos bien las negociaciones con Pedro Sánchez?

El paquete de medidas que desde Unidos Podemos se ha planteado a Pedro Sánchez servirían para aliviar de forma considerable la alarmante situación que viven actualmente millones de familias trabajadoras. Medidas que apuestan por la subida del salario mínimo, la derogación de las reformas laborales, asegurar la vivienda como un derecho, que nadie sea expulsado de la Universidad por motivos económicos y luchar contra el auge de las casas de apuestas.

De momento ya se le ha dicho al gobierno que o se asumen las medidas urgentes en materia de vivienda, precariedad laboral o dependencia o no se apoyarán los presupuestos. Ese es el camino. Ni mucho menos se pueden apoyar los presupuestos si no hay una serie de medidas tangibles que mejoren las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras. Pero también es esencial que en el marco de las negociaciones exista una presión desde las calles, porque si no ya sabemos que no nos van a regalar nada. La movilización del 27 de octubre es un buen momento para demostrar fuerza.

¿Cómo es la situación de la juventud en España?

La situación de la juventud trabajadora en España se ha visto afectada por las medidas adoptadas a lo largo de estos 10 años de crisis. Seguimos inmersos en la lógica del paro, precariedad y emigración, pero la diferencia es que la situación se ha cronificado. La estabilidad laboral en la población joven es del 8%, la más baja de todos los colectivos. En los últimos 7 años el salario medio de los jóvenes ha bajado casi un 10%, pese a que las tasas universitarias, la comida, la luz o el alquiler no han dejado de subir. Ahora mismo contamos con una tasa de paro juvenil del 33%, la segunda más alta de toda Europa, solo por detrás de Grecia.

Y quien tiene trabajo es por semanas o pocos meses pues el 93% de la juventud trabajadora se encuentra bajo un contrato temporal. Si sumamos esta situación de precariedad laboral con la subida brutal del precio de los alquileres, especialmente en las grandes ciudades, tenemos que solo uno de cada cinco jóvenes menores de 29 años ha podido emanciparse de la casa de sus padres.

En cuanto al ámbito educativo, la subida de las tasas universitarias unida a la disminución de becas ha supuesto mayores trabas para el acceso a la Universidad de los hijos de la clase obrera, lo que repercute en la continua bajada del número de estudiantes universitarios en España.

¿Cuál es la solución para el problema territorial del Estado español?

Ahora mismo hay un conflicto en Cataluña por la habilidad de los dirigentes catalanes de convertir el descontento provocado por la crisis en un descontento contra el Estado español. No hay mejor imagen que la de Artur Mas teniendo que acceder al Parlament en helicóptero para tiempo después ser aclamado como un héroe, al igual que otros dirigentes de la misma CiU que han apoyado la reforma laboral y son culpables de que en Cataluña existan las tasas universitarias más caras.

Enfrente está un Estado que, tras censurar el Estatut que había apoyado una amplia mayoría del pueblo catalán, solo ha ofrecido represión al descontento creciente de la sociedad catalana. Ni unos ni otros tienen nada que ofrecernos a la clase trabajadora.

La única solución pasa por romper con este Régimen y construir de forma colectiva una República que reconozca la plurinacionalidad del Estado, y que en vez de reprimir la democracia contemple el derecho de autodeterminación de los pueblos. Nosotros no queremos que Cataluña se vaya de España pero estamos seguros que impidiéndoles que voten, encarcelando a sus líderes y reprimiendo a quien pide votar, lo único que van a conseguir es que crezca el número de independentistas.

¿Por qué el comunismo es mejor que el capitalismo?

No es una cuestión moral de si un sistema es bueno y el otro malo, sino de si queremos una sociedad que funcione en base al lucro de una minoría o ponemos toda la capacidad del ser humano en producir y distribuir para satisfacer nuestras necesidades, respetando el medio ambiente y eliminando desigualdades como la de género. Es comprensible que Ana Patricia Botín o Florentino Pérez elijan la primera opción. Cualquier trabajador con conciencia debería elegir la segunda.

¿Qué opina de la propuesta política dada a conocer recientemente por Manolo Monereo y Julio Anguita?

Que es un error combatir al fascismo alabando parte de su programa. La izquierda y los Partidos Comunistas deben hacer una profunda autocritica por los errores cometidos en el pasado. En nuestro entorno vemos cómo los partidos que en los 70 abrazaron el eurocomunismo se han hundido, frente a otros, como el caso portugués o el griego, donde la vinculación entre el Partido y la clase trabajadora se ha mantenido.

Es en los espacios que dejamos abandonados donde la extrema derecha aprovecha el descontento popular para encauzarlo hacia sus intereses. Un buen ejemplo son los barrios obreros en los que el Partido Comunista Francés (PCF) tenía su fuerza, ahora han pasado a apoyar al Frente Nacional. En Italia, a falta de un Partido Comunista con implantación, han sido la Lega y el Movimiento 5 Estrellas quienes han canalizado ese descontento.

Por lo tanto, en vez de alabar ciertas medidas contra la precariedad laboral (muy limitadas por otra parte) o contra las casas de apuestas, debemos retomar el vínculo entre los trabajadores y su partido, el Partido Comunista. Esto pasa por ser la pata izquierda de la socialdemocracia, centrar los esfuerzos únicamente en el ámbito institucional, y no llevar a los barrios y a los centros de trabajo un programa para resolver los problemas que tienen actualmente los trabajadores y trabajadoras con el objetivo de superar este sistema.

En ese sentido es inadmisible que la extrema derecha capitalice el descontento la Unión Europea. El PCE apuesta por la salida de la Unión Europea, al tratarse de un ente irreformable y contrario a los intereses de los trabajadores y la soberanía de los pueblos, y creo que debemos hacer mayor hincapié en ese discurso. El problema migratorio siempre ha estado ahí. Debemos denunciar la responsabilidad de nuestros países en el empobrecimiento de los países de origen de quienes llegan a Europa así como el papel que han tenido las potencias europeas en las guerras de Siria o Libia.

En definitiva, no podemos abandonar el discurso que señala las causas de la inmigración, y debemos conectar con los sectores de la clase trabajadora que se han visto más golpeados a lo largo de estos años, para que no caigan en las garras del fascismo, pero sin caer en el enfrentamiento de unos trabajadores contra otros.

¿Qué labor ha hecho la UJCE en las recientes Fiestas del PCE?

Hemos hecho un duro trabajo promocionando la Fiesta, repartiendo más de 16.000 octavillas en el metro, los barrios, las Universidades… Hemos organizado autobuses desde los territorios, para que cientos de jóvenes, comunistas o no, disfrutaran de la Fiesta.

Además hemos colaborado junto con el resto de militancia del PCE en las tareas de montaje y desmontaje y en los diferentes turnos que se requieren para que se desarrolle la Fiesta durante los 3 días. Lógicamente todo esto mediante el trabajo voluntario sin ningún tipo de remuneración.

Además este año nos felicitamos por dos cuestiones: después de 10 años hemos recuperado un espacio estrictamente juvenil, el espacio Agitación. En él hemos llevado a cabo conciertos, concurso de jóvenes fotógrafos y charlas sobre vivienda, casas de apuestas, conflictos laborales o feminismo. Por otra parte el desfile previo al mitin central con más de 600 jóvenes procedentes de todos los rincones del Estado ha sido una muestra del buen estado de la organización.

¿Qué opina la UJCE de la situación política de Nicaragua y Venezuela?

Antes de nada hay que señalar la hipocresía de los medios, que día tras día ponen el foco en los problemas de estos países mientras ignoran la situación provocada por la agresión en Yemen, las atrocidades que comete a diario “nuestro” socio preferente, Arabia Saudí, o cualquier otro conflicto de países de nuestro entorno.

Si prestan tanta atención a estos países es porque obstaculizan y confrontan en mayor o menor medida la agenda del imperialismo, sin tratarse de un país socialista en ninguno de los dos casos. Respecto a las dificultades que afronta actualmente Venezuela se deben por una parte a injerencias externas, como son las sanciones llevadas a cabo por EEUU como por causas internas derivadas de las contradicciones inherentes a un régimen capitalista y a un fuerte burocratismo.

Las empresas privadas venezolanas se aprovechan económicamente de la actual situación y el gobierno no cuenta con las herramientas necesarias para tomar el control. Una muestra más de que tener el gobierno no es tener el poder, y de que o Venezuela logra avanzar hacia el socialismo o caerá fruto de sus propias contradicciones.

En el caso de Nicaragua, el gobierno de Ortega había mantenido hasta el momento una política de conciliación entre clases. Las experiencias de gobiernos populares en Latinoamérica han demostrado que la burguesía cuenta con el poder suficiente para utilizar todas las armas posibles para desestabilizar el país.

Los y las pensionistas tomaron en primer lugar las calles, pero pronto fueron sustituidas por empresarios y estudiantes, que se convirtieron en la punta de lanza de la oposición. Se debe denunciar la vinculación de esos estudiantes con diversas agencias estadounidenses. La USAID, por ejemplo, ha invertido más de 5,2 millones de dólares en 2018.

El interés de EEUU en derrocar el gobierno del FSLN es evidente, mas aún cuando se proyecta el Canal Interoceánico con capital chino que serviría de alternativa al Canal de Panamá. Por desgracia ciertos sectores de la izquierda han caído en las redes de la propaganda. Por ejemplo, Ada Colau se reunió con Jessica Cisneros y Madeleine Caracas, del Movimiento Cívico de Juventudes (MCJ), de la que se conoce que recibe apoyo del estadounidense National Democratic Institute, cuyo objetivo es desestabilizar el gobierno desde EEUU.

Además, el error del orteguismo de apoyarse en la Iglesia Católica y penalizar el aborto, ha implicado que ciertos sectores del feminismo nicaragüense se hayan aprovechado del contexto de avance de la lucha feminista para erigirse en portavoces contra las políticas del gobierno, a pesar de que en el momento de dicha penalización no se produjeron disturbios ni siquiera asimilables a los actuales. Se trata de un uso oportunista del feminismo para ganarse los favores de cierta izquierda ingenua.