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Tierra y Libertad: La Rebelión de los Cipayos de 1857 (II)

La Rebelión de los Cipayos fue una consecuencia de los distintos sucesos que habían transcurrido durante el proceso de dominación británica con la llamada Compañía de las Indias Orientales. El Imperio Británico se ocupó de coaccionar a los reinos de India contra el Imperio Mogol para así desestabilizarlo.

Muchos sufíes (funcionarios del Imperio Mogol y líderes religiosos) acabaron muy corrompidos por el dinero británico y acabaron traicionando a su propio imperio. Una de las muchas rebeliones surgidas contra los mogoles fue una empujada por un indígena de casta baja hindú llamado Papadu. Comenzó una rebelión contra las jerarquías corruptas de la administración mogol y los zamiandari. También se podría mencionar al reino hindú Shivaji que se alió con los sijs contra el Imperio Mogol.

La Compañía de las Indias Orientales llevó a cabo la Primera Guerra Sij (1845-186) acabando con el Imperio Sij, lo que le permitió dominar varias zonas importantes entre Pakistán y el Punjab. Esta guerra fue el culmen de un plan del Imperio Británico para desestabilizar el Imperio Sij aprovechando la muerte del Maharaja Ranjit Singh (1780-1839), uno de los últimos reyes sijs, el cual llegó a consolidar el Imperio Sij frente a los mogoles.

Teniendo un trato de ligera amistad con las Compañía de las Indias Orientales, el poder militar sij les permitía incluso contratar mercenarios europeos y americanos, quienes sirvieron al Imperio Sij con entrenamiento de artillería para el ejército imperial al cual no solo se incorporaban sijs, sino también musulmanes e hindúes, lo cual mostraba una cierta mejora en el trato entre religiones y etnias a comparación del Imperio Mogol.

Claramente, un imperio así de fuerte podría ser una amenaza, ya que el Imperio Sij aumentó su poder militar tras la muerte de Ranjit. Los británicos pensaron que un gran imperio como ese no se podía destruir desde fuera, sino desde dentro. Tras la muerte de Ranjit Singh, y aprovechando las luchas internas constantes por el poder entre el ejército y las familias reales se fundó el Estado de Jind en 1763, que se usó como apoyo a la Compañía de las Indias Orientales en la guerra anglo-sij. También existen claras evidencias de sobornos del Imperio Británico a militares del ejército sij para corromperlo.

La disolución de los últimos vestigios del Imperio Mogol junto con la rápida instalación británica, dio lugar a distintas rebeliones lideradas por zamindaris en las llanuras y por los caciques tribales en las colinas y junglas. Los “poligars” en el sur presentaron una ardua resistencia contra las fuerzas de la Compañía de las Indias Orientales en 1800-1801, en las selvas estuvo el pueblo adivasi “bhids” en la década de 1820, y los “santales” en Bengala batallaron para conservar sus costumbres tribales.

Pero lo que desencadenó la Rebelión patriótica de los Cipayos en 1857, fue lo que comentó el general

, (general indio del Imperio Británico), que expuso el por qué de esta sublevación: la cultura política británica que favorecía la llegada de la industrialización a muchos pueblos indígenas, obligados a apartarse de la forma de vida tribal en la que ya estaban acostumbrados a vivir. También se añade el profundo racismo del Imperio Británico contra todo lo originario de India, la crisis de la plata del Imperio Británico que descendió el valor de la rupia, haciendo que los pobres de la India fueran aún más pobres.

Hay que añadir el bajísimo sueldo de los cipayos y las reducidas oportunidades de promoción. Los propios cipayos sufrían acoso de los oficiales británicos e insultos de colonos adinerados por su condición de musulmanes e hindúes. Muchos cipayos no vieron con buenos ojos la anexión de Birmania, ya que existía un racismo exacerbado de los budistas ante los reinos de India y Imperio Mogol. Muchos cipayos fueron destinados a Birmania, lo que tal vez fue la gota que colmó el vaso. Tampoco gustó la forzosa anexión de Oudh y el uso de la grasa de cerdo y vaca en los fusiles de combate (ambos animales sagrados para los hindúes y musulmanes de India).

 

La sublevación empieza el 10 de mayo de 1857 en Meerut. Se extendió por lo que actualmente se conoce como Delhi, Uttar Pradesh, Madhay Pradesh, (norte y centro de la India). Se daba por comenzada la “primera guerra por la independencia de India”.

Como afirma Karl Marx, la Rebelión de los Cipayos perpetra distintas matanzas contra los colonos, que no tenían culpa de los crímenes del Imperio Británico sobre los pueblos de India. Sin embargo quedarnos solo en una condena sin profundizar, ya sea por prejuicios, por ignorancia o por una concepción eurocentrista del mundo, es caer en un rechazo a las luchas de liberación nacional desarrolladas fuera del continente europeo. Se debe buscar información desde otras fuentes para aclarar la situación, los hechos, y posteriores acontecimientos. Esclarecer todas las facetas de la historia sin atisbo de ningún revisionismo.

Si bien es cierto que los cipayos masacraron injustamente a muchos civiles, también lo es que eso no era el objetivo de la rebelión. No se puede tergiversar ni tapar hechos importantes por las (siempre injustas) matanzas de civiles -cuyas víctimas llegaron a tener un monumento en su memoria-.

Es un crimen degollar, despedazar y humillar. También lo es tapar la historia, ocultar lo que había más allá de los intereses del Imperio Británico contra el pueblo indio, que es de lo que trata esta primera guerra por la independencia. Los líderes de la Rebelión Patriótica de 1857 eran el último emperador Mogol, Bahadur Shah II “El Valiente” que residía en Delhi, la reina regente de Oudh Maratha Nana Sahib, y el jefe de los taluqdaria que habían perdido territorios por culpa del Imperio Británico.

Otros también se unieron como algunos señores sijs (aunque la mayoría de los sijs apoyaron a los británicos), la rani de Jhansi, Lakshmi Bai conocida también como Chabili o “La Querida“, y el soldado indígena Mangal Pandey en Bengala. Mangal favoreció el levantamiento de muchas unidades de los cipayos en Bengala, con ayuda de su mujer que también tuvo un papel importante en la rebelión. Tanto que se hizo una película en 2005 basada en su figura llamada “Un hombre contra un Imperio”. Su recuerdo es usado actualmente como una de las personalidades más relevantes del patriotismo indio, así como la de muchos otros anteriormente nombrados.

Un ejemplo de la desinformación que hay es el trato que recibieron los civiles británicos durante la rebelión. El emperador Mogol Bahadur Shah, vio que muchos cipayos musulmanes intentaban hacer una especie de yihad interna en Delhi contra los “infieles”. Bahadur rechazó aquello, mandó respetar la vida de los ingleses y retiró las banderas negras de la yihad de las filas de los rebeldes musulmanes. Además impuso el respeto al resto de soldados cipayos musulmanes, hindúes, budistas y sijs que se unieron a la defensa de Dehli. No fue el único caso, el propio Sayyid Ahmad ayudó a trasladar algunos colonos británicos de la ciudad de Bijnor para impedir asesinatos a manos de cipayos.

Una de los grandes heroínas de la lucha cipaya contra la ocupación británica fue Lakshmi Bai conocida por el libro “La Reina de los Cipayos” escrito por la filósofa feminista, crítica literaria y novelista Catherine Clément, quien dirige la Universidad Popular Quaby-Branly de París y colabora con la emisora de radio France Culture.

Lakshmi Bai, apoyando la rebelión de los cipayos, condenó la matanza de civiles ingleses ejecutada en la llamada matanza en los campos de Janshi, llevada a cabo por los cipayos. Ella misma escribía cartas a la Compañía de las Indias Orientales explicando que ella no ordenó ninguna matanza y pidió disculpas.

Lakshmi Bai fue muy importante en la resistencia de Jhansi. Por el hecho de ser mujer su nombre y acciones han sido tapados de la historia por el ultrapatriarcalismo de la India, y por los que han querido dar un protagonismo solo a los hombres que lideraron la Rebelión de los Cipayos. Por suerte, el libro de Catherine Clément nos da una visión nueva sobre quién fue la Rani de Jhansi.

Lakshmi Bai creó algo nuevo en las filas de los cipayos: mujeres soldados entrenadas por ella misma. De distintas castas, religiones y tribus. Cabalgar, luchar, retirarse, disparar, recargar; muchas mujeres protagonizaron la defensa de Jhansi contra las tropas británicas. De hecho fue una mujer (Moropant, una mujer musulmana y la primera esposa del marido de Lakshmi Bai)  la que lideró la artillería de los muros de Jhansi. Este protagonismo de las mujeres nunca se había dado en la India durante la administración mogol, la Confederación Maratha o Rajputa.

Estas acciones fueron aprobadas y aplaudidos por muchos oficiales cipayos rebeldes, por otros no tanto. La Rebelión de los Cipayos fue derrotada el 20 de Junio de 1858, ya que a pesar de los logros militares, no se había podido alcanzar una fuerte unidad entre los rebeldes de distintos reinos y religiones. Con la victoria británica y con la mayoría de lideres asesinados o desterrados, hubo una represión sistemática contra los que eran simpatizantes de la rebelión, creándose así el Raj Británico que supuso la completa dominación de India y Pakistán bajo la administración del Imperio Británico.

Una de las grandes atrocidades del Imperio Británico tras las caída de la rebelión, fueron los conocidos “encañonamientos“, que se basaban en atar a un “enemigo de la corona” a un cañón y desmembrarlo de un disparo. Este castigo fue uno de los más duros, ya que si se desmembraba el cuerpo del difunto no se podía realizar un entierro en condiciones y su alma no llegaría nunca a hallar la paz ni el paraíso.

En el año 2014, un grupo de arqueólogos liderados por el profesor e historiador religioso Surendra Kochhar, localizaron en un pozo en la localidad Ajnala unos 300 cuerpos de un batallón de cipayos rebeldes originarios de Lahore (actual Pakistán), asesinados por apoyar la rebelión y arrojados a dicho pozo.