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Aumentan la campaña mediática contra Gustavo Petro

Este contenido es parte de la sección Desarticulando la Información. En ella seleccionamos noticias de medios de comunicación en las que exista falsificación de los datos, ocultación de la verdad o cualquier otra circunstancia que no se ajuste a la ética periodística, y la desarticulamos para mostrar la manipulación a la que los medios de comunicación de masas someten a la información.

Como ya han empezado a hacer con López Obrador, el candidato de la izquierda en México, la oligarquía colombiana está empujando los lustros de desinformación contra Venezuela hacia el candidato colombiano Gustavo Petro. Quieren enterrarlo mientras gritan que hay que evitar que Colombia se convierta en otra Venezuela.

La propaganda contra Venezuela es tal que los colombianos cuando son encuestados, expresan que su principal preocupación es no convertirse en su país vecino, de ahí que los medios de comunicación intenten etiquetar a Petro como chavista. Su pasado reciente (hasta hace semanas) indica que lo es, pero él está intentando zafarse de esa identificación para tener posibilidades de llegar a segunda vuelta.

Si es que llega vivo. Colombia es un país sumido en la violencia paramilitar que se cobra regularmente vidas de líderes de movimientos sociales, una nación que ve morir varios de sus niños de hambre a la semana, por cuyas fronteras recibe a medio millón de venezolanos mientras despide a cinco millones de sus ciudadanos que ya hacen vida en la dictadura de Nicolás Maduro. Hay violencia, pobreza y paramilitarismo. Están igual o peor que en Venezuela solo que sin sufrir sanciones estadounidenses y europeas, sin afrontar una oposición violenta y sin padecer el contrabando que desangra a su vecino.

Y aún así los colombianos tienen miedo de estar peor, de estar como en Venezuela. Así es la acción de los medios de comunicación desde 1998. No se podrán explicar entonces por qué el chavismo gana elecciones y la oposición las pierde. ¿Los venezolanos están locos? Ah no, habrá fraude dirán. Que no se enteren de las auditorias aceptadas por la propia oposición, ni de que expresidentes latinoamericanos de derechas integrantes del CEELA han observado las elecciones, y han declarado que han sido limpias. No vaya a ser que empiecen a preguntarse los porqués de la situación venezolana.

Sería peligroso que supieran que hay escasez de alimentos porque las empresas con grades extensiones de tierras las mantienen improductivas o retienen sus productos en los almacenes, que las sanciones dificultan mucho al gobierno importar alimentos y medicinas, y que cuando lo hace ya está Colombia para secuestrar los barcos que los traen. Ya se sabe: se comienza cuestionando un par de informaciones y se acaba votando a futuros tiranos como Petro que convocarán Asambleas Constituyentes. Lo que es malo: por ejemplo en Venezuela ha servido para terminar con la violencia de las guarimbas e ir rebajando los precios aumentados artificialmente por la especulación. ¿Qué por qué es malo eso? Pues porque limpia la imagen de Maduro y la posibilidad de golpe de estado se aleja.

El País se ha unido a la campaña que tiene por objetivo identificar a Gustavo Petro como chavista o, incluso castrochavista, lo que es incluso peor. Usa a los venezolanos que huyen a Colombia hartos de las consecuencias de la lucha de clases que se está dando ahora mismo en Venezuela. Tienen miedo algunos de ellos de huir del bolivarianismo para llegar a un país en el que en unos meses podría ganar otro de la misma tendencia.

Lo que es peligroso porque podría atreverse a declarar que los recursos hidrocarburos y naturales que tiene el territorio colombiano bajo su suelo y sus aguas son de los colombianos, lo que polarizaría el país y provocaría unas justas sanciones para derrocarlo, con el fin de que las empresas privadas vuelvan a tomar el control de lo que da dinero. Un lío solo por acabar con la miseria de los sectores más desfavorecidos.

El País habla de una pobre venezolana de la siguiente manera: Andando el tiempo, mi amiga cursó una maestría en Ingeniería de Yacimientos por la Universidad de Tulsa. La masacre de abril de 2003, cuando Chávez despidió de un sombrerazo a 17.000 empleados (el 47% de la nómina de la petrolera estatal), la aventó al exilio junto a su esposo, también él petrolero de nómina mayor. Conocieron mundo: Tampico, Alberta, Dubái, Guinea Ecuatorial…

¡Es increíble cómo a El País se le olvida poner siempre el contexto! En abril de 2002 la oposición venezolana dio el primer golpe de estado a Hugo Chávez. A la vieja usanza. Con tanques, secuestro, represión… Pusieron en el poder a Pedro Carmona Estanga, que apenas duró unas horas gracias al empuje del pueblo venezolano. Al volver Chávez al poder amnistió a todos, lejos de la venganza que el relato capitalista ha impuesto como una de sus características, pidiéndoles que lo adversaran a él pero no a la Constitución que había sido aprobada por más del 70% de los venezolanos. Los llamó a colaborar para mejorar Venezuela.

La respuesta de la oposición fue un paro petrolero en 2003 que duró semanas y que afectó tanto a la economía venezolana que la pobreza volvió a subir con todo lo que eso conlleva: muertes por inanición, aumento de la mortalidad infantil… La derecha golpista esperaba que el pueblo identificase esa penuria con Chávez y lo derrocase o apoyase un nuevo golpe de estado. Pero no fue así, Chávez resistió y al terminar el paro patronal expulsó de PDVSA a los que habían participado en él.

Aquel paro fue convocado por la patronal, o lo que es lo mismo, los grandes empresarios. Pese a las reiteradas ofertas de diálogo del gobierno bolivariano para encontrar una solución, los golpistas se negaban exigiendo la renuncia presidencial. Tras no encontrar apoyo popular abandonaron su nueva intentona golpista.

Para que se vea casi gráficamente las penurias que soportaban quienes participaron en ese paro, leamos el párrafo citado anteriormente de El País: “Conocieron mundo: Tampico, Alberta, Dubái, Guinea Ecuatorial…“. Es la imagen de la típica huelguista: una trabajadora que hace una huelga no por mejores condiciones laborales ya que no las necesita, sino para echar a un presidente con un tremendo apoyo popular (el año anterior superó el golpe de estado gracias a que el pueblo paralizó Caracas y rodeó el palacio presidencial, y que el año siguiente ganó un referéndum revocatorio organizado por la oposición con el 60% de apoyo electoral). Una huelguista que tras ser despedida no busca otro trabajo, sino que se va a recorrer mundo.

El texto publicado en El País continúa de esta manera: cuando le hablan de las decenas de miles venezolanos desplazados diariamente hacia Colombia por el régimen chavista que hasta ayer mismo alabó, prefiere denunciar los incumplimientos en el proceso de paz, la corrupción campante, la politización de la justicia, los líderes sociales asesinados, la ineficiencia de las EPS (empresas de salud privadas) y venderle a los colombianos la solución final que traerá su Asamblea Constituyente federativa.

Hay que ver con Petro. En vez de hablar de Venezuela prefiere centrarse en los asuntos de Colombia, ¡cualquiera diría que se presenta a las elecciones presidenciales de Colombia! Y además aporta propuestas para solucionar la crisis institucional y económica que vive su país. Ya podría hacer como los demás: señalar a Venezuela mientras saquea su propio país.

El escrito del rotativo español termina volviendo a la venezolana que se fue a ver mundo: “¡Pobre gente!”, exclama la petroseñora, quien con una socia quiere poner una posada-boutique en Guasca. Escapar de Maduro, el chingo, para que los agarre Petro, el sin nariz. Ni más ni menos que como aquel japonés que sobrevivió al bombazo de Hiroshima y tres días más tarde fue a hacerse ver en Nagasaki.

Pobre gente dice. ¿Cómo la pobre gente que volvió a la pobreza en 2003 cuando la oposición decidió que las urnas no era la forma de vencer a Chávez y atacó de lleno al corazón económico de su país afectando a los más desfavorecidos? A base de descontextualizaciones, manipulaciones y medias verdades han construido una realidad paralela en Venezuela que ahora quieren cargar en las espaldas de Petro para evitar que gane las elecciones. Si no funciona, todavía queda el recuerdo de lo que hicieron con la Unión Patriótica.