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La democracia: la campaña de mercadotecnia jamás creada (I)

Esta serie de artículos que versará sobre la desmitificación de la democracia pretende lanzar una invitación para viajar por la cruda realidad. No hay que asustarse, es un viaje por lo auténtico. Por zonas aún no exploradas. Por lo desconocido. Sí, sé que el ser humano tiene un pavor inmenso (tanto como el universo) a lo que no conoce pero te puedo asegurar que este miedo es irracional. De esto hablaremos unos párrafos más adelante en este mismo artículo.

Para explicar el porqué de mi afirmación de que la democracia es una gran mentira, una gran farsa, debo empezar por un tema que nada tiene que ver con ella, no al menos de manera directa: el modus operandi de nuestra conciencia.

La conciencia: esa gran desconocida

Cada persona tenemos algo ahí que llamamos conciencia. Es un gran baúl de nuestros recuerdos, experiencias… Un lugar donde almacenamos las instrucciones básicas que se ejecutan cada vez que emitimos un juicio, olemos, saboreamos, etc. En definitiva, todo nuestro ser se encuentra alojado en esa masa que llamamos cerebro. Si nos quitan esa parte de nuestro ser, no somos nada; bueno, no es del todo cierto: somos una mezcla de tejido adiposo, cartílagos, huesos, músculos, etc. que por sí solos (sin la presencia del gran órgano cerebral) solo sirven para alimentar, en cualquier momento, a una alimaña: ayer, hoy y mañana. Por eso es tan importante la conciencia: porque da sentido a nuestro ser. Ahí reside el gran tesoro del ser humano: el yo.

Una de las principales consecuencias de tener una conciencia es la diferenciación. No hay dos personas iguales. Jamás las encontrarás. No, tampoco en las personas que son gemelas o mellizas. Siempre hay diferencias, por muy nimias que sean, entre dos seres humanos. ¿Gracias a qué? Gracias a la conciencia. Ella nos hace ser diferentes. Nos hace ser seres auténticos. Originales.

El temor a lo desconocido

Por otro lado, y como dije antes, tenemos un miedo atroz a lo desconocido. Haced la prueba: id a un sitio al que nunca habéis estado sin conocimientos. Haced algo diferente cada día. Una cosa de la cual no sabéis su resultado…ni sus consecuencias. ¿Os atreveríais? Un primer acercamiento al modo de pensar del ser humano en esta situación nos descubrirá que, de repente y sin saber el porqué, se han activado las alertas de una instrucción básica instalada en nuestra conciencia: la supervivencia.

Hay personas que se aventuran: la jugada puede salir cara o…cruz. Pero se han atrevido. Han dado ese primer paso que jamás darían otras personas. Estas personas saben jugársela a la conciencia. Pero la inmensa mayoría no. ¿Por qué? ¿Acaso son las osadas personas con ciertos superpoderes? No, simplemente han generado un camino, un circuito nuevo en su mente; en definitiva: han aprendido, han provocado un cambio en su estructura mental. Un laberinto cuyas paredes están formadas por neuronas que han ido sucumbiendo a la gran guerra que se libra, nanosegundo a nanosegundo, en ese intrincado mundo que es la conciencia. Un desgaste de recursos que se ceba con millones de neuronas cada nanosegundo de nuestras vidas.

Lamentablemente, no contamos con los suficientes recursos para disuadir, para eliminar, para parar esa gran invasión que llamamos…manipulación.

La clave está en la manipulación

O lo que es lo mismo: como seres invasores quieren cambiar nuestro mundo mental, nuestro mapa cerebral para que las neuronas no sepan por dónde ir, para que se pierdan, para que no den la voz de alarma; porque, no sé si lo sabes, pero desde hace eones, ellas están librando millones de batallas frente a tantos enemigos…que quieren acabar con ellas para adueñarse de ese mundo tan original como es nuestra conciencia, nuestro yo.

Y, lamentablemente, sucumben porque están solas. ¿No oyes sus gritos sordos? Sí, piden auxilio…porque, por ellas mismas, no pueden con la artillería pesada que solo deja un rastro sangriento.

Tras el paso del terror, una nueva generación de espécimen las están suplantando: las neurOFFas.

La clave está clara: M-A-N-I-P-U-L-A-C-I-Ó-N.

¿La has deletreado? No tengas miedo: no es un concepto nada novedoso. 😉

He hablado del origen de nuestra identidad única frente a otras y cuál es el origen de nuestra debilidad: la manipulación.

En el siguiente artículo hablaré sobre cómo esa manipulación nos puede hacer frágiles frente a determinadas amenazas. 🙂