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La importancia de los espacios no mixtos

Puede parecer contradictorio que sea un hombre el que hoy hable sobre los espacios no mixtos para mujeres; probablemente, sería más pertinente que estas líneas las escribiera una mujer. No obstante, con motivo de la Huelga Feminista del presente 8 de marzo, todos los miembros que colaboramos en ElEstado.Net nos hemos querido sumar a las reclamaciones de nuestras compañeras, destacando que la editorial de nuestra publicación se define perfectamente con el concepto feminista.

En estos días nuestras compañeras están publicando artículos sobre feminismo y el movimiento feminista, artículos que suscribimos todos, y con los que queremos aportar nuestro granito de arena.

En los últimos años se ha experimentado un crecimiento muy relevante de los espacios no mixtos. Un espacio no mixto es toda aquella actividad en la que solo se permite la participación a un colectivo concreto. En el presente artículo nos centramos en los espacios no mixtos para mujeres, aunque a lo largo de la historia se han producido prácticas similares entre otros colectivos minorizados, como pueden ser los amerindios, los negros o los grupos LGTBI.

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Pero, en pleno siglo XXI, ¿por qué es necesario la existencia de estos espacios no mixtos para mujeres? La respuesta es muy simple: por necesidad. En España, en Europa y, en general, en el mundo occidental, las mujeres han sido históricamente invisibilizadas. Si repasamos los últimos siglos, es muy fácil comprobar que las mujeres han sido apartadas de los puestos de poder y de decisión, quedando relegadas a un papel de simples acompañantes. Todavía hoy, los porcentajes de mujeres y hombres en los puestos decisorios están muy lejos de quedar equiparados, con unos números muy favorables para los hombres.

Con el resurgimiento del movimiento feminista, sus integrantes descubrieron que, a pesar de las buenas intenciones, en muchos casos se repetían los roles culturales inherentes de las sociedades europeas, destacando el patriarcado y la monopolización del uso de la palabra por parte de los hombres. Así, cuando se asistía en una asamblea, por muy de izquierdas que fuera, las mujeres observaban que su voz era acallada por la de los hombres. Es en este marco en el que surgieron estos espacios no mixtos.

No es una cuestión de omitir o excluir a los hombres. El objetivo no es crear una separación entre hombre y mujer, como quieren hacer creer partidos de derechas como el PP de Pablo Casado, Ciudadanos de Albert Rivera, y VOX de Santiago Abascal.

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La principal meta es construir unos ambientes de respeto y seguridad, que permita a las mujeres expresarse libremente sin el temor de verse infravaloradas por un hombre. En el caso de los espacios de ocio, también se pretende limitar las actitudes machistas y abusivas de ciertos personajes que, amparados en la excusa del consumo del alcohol, llevan a cabo acciones violentas que pueden desembocar en tragedia.

Además también es un método para tomar la iniciativa. Todavía en 2019 las mujeres sufren distintos tipos de discriminación, como la salarial –la mayoría de mujeres con altos cargos cobra mucho menos que sus compañeros hombres–, o la laboral -con el riesgo de quedarse sin trabajo al quedarse embarazadas–, entre otras

También deben padecer la violencia de género, que provoca la muerte de centenares de mujeres anualmente en España, y con el peligro de que partidos radicales como VOX entren en las instituciones y se dediquen a recortar los pocos avances conseguidos.

Así, como decíamos, las mujeres han decidido tomar la iniciativa, adueñándose de su futuro y luchando por sus derechos. ¿Quién tiene más que ganar en la lucha feminista? El conjunto de las mujeres. De este modo, la existencia de estos espacios no mixtos es también un método para liderar la lucha política para la consecución de la plena igualdad entre hombres y mujeres en todos los frentes. Mediante estos espacios, las mujeres se adueñan del discurso político y lo definen y enfocan según sus necesidades.

Muchos hombres se preguntan por qué no pueden participar en estos espacios. En ocasiones, incluso, estos hombres se sienten marginados. Pero todos los hombres de izquierdas deberíamos preguntarnos: ¿nosotros permitiríamos que nuestros opresores participaran en la toma de decisiones de nuestros espacios? ¿Nos hemos quejado en nuestros trabajos porque una compañera, haciendo las mismas tareas, cobrara menos que nosotros? ¿Hemos alzado la voz cuando hemos visto a un hombre maltratar psicológicamente a su pareja por la calle, o incluso utilizar la violencia física?

Nosotros, los hombres, en este caso los privilegiados, ¿tenemos derecho a participar de la solución a este problema? La respuesta es, evidentemente, que sí, pero con matices. Los hombres debemos participar en la lucha feminista, que debe estar liderada en todo caso por las mujeres, el colectivo que sufre una marginación cultural y efectiva en nuestra sociedad. Debemos sumarnos a sus iniciativas y apoyarlas en esta lucha, que también es la nuestra, y trabajar unidos para conseguir un futuro de plena igualdad entre hombres y mujeres.

>>¿Puede Ana Botín ser feminista?<<

Las mujeres no necesitan ni quieren el permiso de los hombres para realizar reuniones no mixtas. Años de menosprecio y falta de avances han conducido a que comprendan que, si no son ellas las que luchan por sus derechos, nadie más lo hará. Nadie puede entender la opresión que han sufrido mejor que ellas. Pero lo que si podemos hacer es escucharlas, comprenderlas y ayudarlas en todo lo que nos sea posible.