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Mara salvadoreña apoya la violencia en Nicaragua por tráfico de drogas

La violencia fascista en Nicaragua se reduce a día de hoy a pequeños ataques aislados. Tras el fracaso del Diálogo Nacional por la negativa de la Conferencia Nacional Episcopal (CEN), de la patronal y de los partidos de la oposición de derechas a pedir el fin de la violencia y de los tranques, el gobierno sandinista de Daniel Ortega decidió desplegar a las fuerzas policiales para devolver la paz al país centroamericano.

Tras varios enfrentamientos que acabaron con decenas de terroristas detenidos, la población nicaragüense ha vuelto a la normalidad. Los comercios han vuelto a abrir, los estudiantes han regresado a las clases sin temer saqueos e incendios, y los ciudadanos pasean por las calles sin el miedo a ser secuestrados o asesinados.

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Sin embargo uno de los últimos grupos fascistas que quedan en Nicaragua atacó la Marcha de las Flores al término de la concentración civil. Armados con morteros y armas de fuego usadas desde el primer día que comenzó la violencia, desalojaron por la fuerza a los manifestantes que quedaban, creando un show mediático que la prensa internacional manipuló para expresar que el Gobierno de Daniel Ortega había reprimido a los manifestantes.

Estos fascistas han sido apoyados por la oposición de Nicaragua, pero no se ha sabido hasta el despliegue de las fuerzas de seguridad del estado, que la Mara Barrio 18, una de las más sanguinarias de El Salvador, cuya alargada sombra llega hasta los Estados Unidos (EEUU), ha estado apoyando con uno de sus cabecillas y cuarenta de sus miembros a los grupos fascistas nicaragüenses.

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Óscar Antonio Rivas Carrillo, alias El Diablo, es el líder de los mareros de la 18 que se encontraba en Nicaragua apoyando los esfuerzos de la administración de Donald Trump mediante la violencia fascista para tumbar al gobierno sandinista. Su interés residía en crear una estructura en Nicaragua que permitiera el tráfico de drogas desde Colombia hasta los países de Centroamérica.