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Moción de Censura: Pedro Sánchez debe decidir entre ERC o Ciudadanos

Solamente hay dos opciones para que la moción de censura salga adelante, o ERC o Ciudadanos. Al menos uno de esos dos partidos debe apoyar la moción. Con Ciudadanos parece casi imposible, en primer lugar porque esta moción es sobre todo contra ellos, contra su apoyo al Partido Popular que no quieren cambiar mientras las encuestas les sean favorables. En segundo lugar porque al PSOE le renta más -electoralmente- no buscar un acuerdo con Ciudadanos para ser ellos los que se retracten, y en tercer lugar, porque sería muy raro ver los votos de los de Albert Rivera formar una nueva mayoría junto con Unidos Podemos.

La opción que queda es Esquerra Republicana de Catalunya. Por  un lado el partido republicano celebra la moción de censura pero por otro lado exige a Sánchez que “corrija sus ofensas” al pueblo catalán. Una vez más, con elecciones tan cerca, es poco probable que el PSOE se preste a negociar nada, eso dinamitaría internamente el partido y sería un viraje difícil de entender para unos votantes acostumbrados ya al alineamiento con el gobierno en las cuestiones referidas a Cataluña.

Otro partido por el que necesariamente pasa el acuerdo es el PdCAT, una organización que ya ha adelantado que su apoyo “tiene un precio muy alto”, y es muy poco probable que Pedro Sánchez siquiera negocie con el partido de Puigdemont.

Por último el PNV es otro partido imprescindible para la moción. Recién aprobados los presupuestos de Rajoy con su apoyo, los nacionalistas vascos se muestran ahora favorables a echarlo. No quieren aparecer como el sostén de Mariano Rajoy. La moción de censura ha reducido su espacio en el País Vasco, además el PSE es su principal apoyo en el parlamento regional y forma parte del gobierno. Pese a todo ello tampoco pretende dar los apoyos gratis, espera abrir una negociación de la que tampoco se sabe nada.

Por si el escenario de la moción de censura no fuera lo suficientemente peliagudo, el PSOE se ha contradicho más de una vez durante el fin de semana. Sobre todo en relación a Ciudadanos, aceptando, rechazando e ignorando al mismo tiempo las condiciones del partido naranja.

Lo que Albert Rivera quiere

El problema de los naranjas es que no quieren quitar a Rajoy de la Moncloa, porque cada día que pasa el gobierno se quema más y los votantes de derechas se pasan a su partido. No ha pagado el alto coste de gobernar con Rajoy y sostenerlo también en la Comunidad de Madrid para saltar ahora al abismo. Así dicho parece claro que no quieren apoyarlo pero el problema es que no tienen excusas para no hacerlo. Es evidente que, de aprobarse la moción de censura, el PSOE gobernará meses, y Ciudadanos en realidad exige elecciones pero que no sean inmediatas, pues espera que las cuentas presupuestarias sean aprobadas en el senado en unas semanas.

En primer lugar Ciudadanos señaló que debía convocar elecciones, pero resulta que legalmente no puede hacer eso, más tarde propuso rechazar la moción propuesta por Pedro Sánchez para presentar ellos su propia moción, pero sin acuerdo con el PSOE no tienen las firman para presentarla, y los de Pedro Sánchez ya han comprometido todas sus firmas para esta moción, más del doble de las que necesitaba gastar.

El riesgo de Pedro Sánchez

El PSOE no solo ha dudado en relación a Ciudadanos, si gobierna tiene un plan sencillo, levantar el veto a alguna ley presentada en el congreso, ya sea pensiones, agua o tasas judiciales y así tener algo que vender, pero no especifica nada ni parece tener un rumbo claro. Da la impresión de ser una candidatura para perder, que puede ganar igualmente por demérito de su rival en la Moncloa.

Si pierde habrá reforzado a Mariano Rajoy en la Moncloa, pero también se habrá presentado como oposición y habrá retratado más si cabe a Ciudadanos. El precio a pagar es que Rajoy estará en condiciones de agotar la legislatura, pues en dos años, no habrá nadie que pueda reunir las firmas necesarias para una moción aparte de Unidos Podemos, y es poco probable de momento ver a Pablo Iglesias en la Moncloa.

Estamos asistiendo a una larga precampaña en la que Rajoy puede ganar de nuevo sin hacer nada, una guerra encubierta de relatos políticos. Y en una guerra, la primera víctima es la verdad.