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Primera visita a ARCO: galerías y sensaciones

ARCO

Dicho así, tal parece una formula sacrosanta que responde a un impulso (eso sí, genial), que un avispado personaje tuvo ya hace muchos, muchos años. Y la formula funciona. ¡Vaya si funciona!.

Pero ARCO es ya mucho más. Es una referencia mundial en el mundo del arte y del (¡ay!) coleccionismo que concita, si no diría, ya pasiones, si al menos debates muy enconados.

Y polémica. Que en definitiva, parece es realmente de lo que se trata.

Ahí tienen el gigantesco ninot de nuestro rey, impasible e impotente atendiendo a la interviú de su creador, convertido seguramente a su pesar en el reclamo y referente de esta edición.

La banalidad del arte

Y lógicamente, mucho mas humilde, la banalidad de nuestros comentarios.

Porque, ¿qué decir ante esto?

Nuestro discurso, pretenciosamente erudito, sobre la evolución del arte desde el primer abstracto que descubrimos en la parte derecha del lienzo de Velázquez sobre el bufón D. Juan de Austria, la mano en el pañuelo de su Mariana de Austria, el mejor Goya anticipándose ochenta años a los impresionistas, estos reencontrando al cabo de los siglos a los venecianos y a su mayor importancia del color sobre la forma, Picasso descomponiendo con Braque los sutiles artificios geométricos que el más mediocre de los pintores ha utilizado desde siempre en sus lienzos y reflejándolos ya desnudos y sin artificios tal cual son, el posterior abtsracto.

Y todas los intentos posteriores para conformar si se quiere una justificación ante el hecho de que cualquier cosa que pueda resultar agradable puede ser calificada como obra de arte (aunque esta solo resulte agradable a su creador, esto ya es lo de menos), carece, si, ya todo ello carece de sentido ante la cruel actualidad de esta efigie, que por el módico precio de 200.000 € puede usted instalar en su jardín de La Moraleja, Somosaguas, La Finca, o El Conde de Orgaz, con el fin de epatar adecuadamente a sus amistades y eso si, con el compromiso ineludible de pegarle fuego en el plazo de un año cual pueblerina falla, obteniendo a cambio una bonita y reluciente calavera.

Dicho esto, y como resumen de esta primera visita, mucho camelo, como sucede desde hace décadas en el arte moderno, mucho monocromo que vuelve a estar de rabiosa actualidad, menos vídeo tonto que otros años, y algunas cosas originales  e interesantes que nos agradaría hacerles compartir en nuestro primer dia de deambular por la feria:

Postales de arqueología y otras de canto ante un pedrusco suspendido.

Menos  mal que para nuestra fortuna, nos rescata algo del comprometido y querido por nosotros solidario Schmidt (recuerden nuestro artículo anterior).

En las galerias californianas sí hay algo original (Jana Schröder, de Nino Mier).

Sin comentarios.

Más monocromos, pero originales por sus soportes plásticos y luminosos.

Olvidé decirlo: un montón de neones y vídeos sin mucho sentido.
Cosas…

Ya puestos, incluso alguien podría dudar si las mesas para dejar alguna bebida eran en realidad instalaciones.

Algo interesante.

Algo original.

Mensajes subliminales.

Formas.

Esta española me gustó.

Un péndulo con un hilo vibrador.

¡Menos mal, rescatado por un Barceló!

Y un Warhol.

Y un Miró


¿Reminiscencias del mundo antiguo?

Pues no se si se trataba de un maniquí.

Sin palabras.

Algunas formas al menos, originales…

Aroma al padre Mondrian.
¿Un expositor de postales tratadas?

Para tu pub.

Y la Galería T20, de Murcia. Mi enhorabuena. Con diferencia la que mas me gustó. Original, con fuerza, con clase, fuera de la adocenada normalidad o los forzados esfuerzos por sorprender. Los títulos de las obras a lápiz en la pared, la sentencia de la Gürtel (de Daniela García, un mamotreto de treinta centímetros de folios-legajos judiciales en una vitrina), los fahrenheit 451 (por supuesto todos a medio quemar), el tanque que emerge del libro…Pasen y vean:

Para terminar, lo bueno, con la sorpresa de esta galería de Nápoles, STUDIO TRSORIO, con este cuerpo griego de Fabrizio Cornelli que emana de unas luces de neón a través de unas ingeniosas y elaboradas plaquitas metálicas. Chapeau.

Más estos originalísimos cromados (ustedes los leen), rememorando los “haigas de los 50″, y cuyo mensaje no puede estar en mas disonacia con la época. En el corredor entre el pabellón 7 y el 9.

Y en contraposición, volvemos a algunas chorradas más: baldosas que se caen (hasta con sonido), fundas de caballo…

Nos queda otro pabellón, y lo de Perú, que supongo interesante.

Perdónenme, no pude quedarme a escuchar a Vargas Llosa, del que siempre se aprende algo.

Hasta mañana pues.

Delenda est Moscardó.